Filosofía celular

¿ Es posible que unas células tengan una filosofía ? Si es así, ¿ de qué se puede tratar ? ¿ Qué modelo imaginar para esto ? Una de las posibles definiciones de la palabra filosofía podría convenirnos :  “ Concepción de algo basado sobre un conjunto de principios, esos principios. ” (Larousse.) “ Concepción general, visión más o menos metódica del mundo y de los problemas de la vida. ” (Le Robert.) Aplicado a la célula, la definición se encuentra particularmente reducida. ¿ Qué principios fundamentales, qué motivaciones esenciales animan a la célula ? Nos hemos quedado con vivir o sobrevivir, como sentido más sencillo, el más evidente, de continuar existiendo. Es cuando el concepto ser se ha impuesto, concepto que pone a prueba a más de una neurona humana desde hace mucho tiempo y a partir del cual me he esmerado en concebir un modelo utilizable. Es ese modelo el que deseo presentar.

La célula, una consciencia

Con el concepto ser, probablemente hemos remontado al más alto de los escalones de la causalidad.¿ Pero qué quiere decir ser ? Por supuesto, el diccionario nos dice muchas cosas, pero nada sobre la esencia, el mecanismo, el acto de ser.Ser, existir, se deriva de una decisión : Yo soy. Yo soy, me define como yo centro, fulcro*, con respecto a un entorno que considero como exterior a mí, diferente de mí, definido o considerado como no-yo. Así, la decisión yo soy crea la dualidad. Yo soy crea la individuación y al mismo tiempo la consciencia, la de ser, de existir como separado de un entorno considerado como exterior. ¿ Consciente una célula ? ¡ Delirio ! Calmémonos y examinemos los hechos. Ser, es separarse creándose a sí mismo en relación a un no-yo. Es individualizarse. Hay diferenciación. Esto nos refiere a una definición dada por Spencer, gran inspirador de Still,  recordémoslo : “ Schelling decía que la vida es la tendencia a la individuación. Esta fórmula, en primera instancia, no significa gran cosa. Pero no hay más que examinarla a la luz de los hechos del desarrollo y del contraste que separa las formas inferiores y superiores de la vida, para reconocer en ella su valor y sobretodo su alcance. ” (Spencer, 1877, T.1, 71.) A partir del momento en el cual ella existe, individualizada, la estructura viva se sabe existir independientemente de su entorno y su entorno la conoce como existente. Hay consciencia*. Esta palabra está formada por dos raíces latinas : co de cum, “ con ”, que  sugiere la asociación (como en coexistencia, conocimiento, etc.) y scire, “ saber ”.

Ser consciente y ser consciente de ello

Nuestra dificultad para imaginar la consciencia celular viene del hecho de que asociamos el concepto de consciencia a nuestra capacidad para observarnos siendo. Confundimos ser consciente y ser consciente de nuestra  consciencia. Este concepto de la consciencia es una abstracción que proyectamos  inconscientemente en nuestra observación de lo vivo. Como las especies llamadas inferiores no están dotadas (aparentemente…) de la misma capacidad de abstracción, decimos que estas no son conscientes.  Simplemente estas no tienen la misma consciencia que nosotros. Hay confusión en el nivel de abstracción.

Ser consciente, es existir, simplemente; o existir, es ser consciente. Los dos son indisociables. Y vivir, es experimentar* el ser o la consciencia. Se puede decir entonces que todo ser vivo, desde el más simple al más complejo, es consciente. Además, hará todo lo posible por conservar su consciencia, es decir, su estado de ser o de existencia. Mecanismos tan complejos como la inmunidad y la homeostasia encuentran aquí su origen. La consciencia de sí parece ir creciendo conforme a la evolución de los organismos:” La “percepción del yo”, confusa de entrada, después cada vez más explícita, aparece, se puede suponer, a partir de comportamientos instintivos vinculados a la supervivencia. Pero es muy difícil decir nada más. Seguramente carecemos de las palabras para ello. ” (Reeves, 1986, 186.)

Ser consciente de su consciencia, parece ser el atributo propio de nosotros, Homo sapiens, y nos diferencia radicalmente de los sistemas vivos llamados inferiores. Por cierto, la posibilidad de ser consciente de su consciencia, sugiere la existencia de un Yo diferente al del organismo, y que lo controla, como el conductor controla su coche o el cochero su carruaje, metáfora a menudo propuesta en la filosofía hindú. Pero esto es otra historia sobre la cual volveremos más adelante.

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