Este mal-percibido se refuerza por el hecho de que en estado de consciencia normal, el hueso nos aparece efectivamente como rígido. ¿ A caso no es un armazón ? ¿ Cómo podría ser de otro modo que rígido ? En el estado de consciencia ordinaria, no discernimos que esta rigidez es relativa. Efectivamente, el hueso vivo es a la vez rígido y flexible. Es rígido gracias a sus componentes minerales, pero es igualmente flexible, gracias a sus componentes orgánicos. Para expresar el concepto de plasticidad sutherland usa la metafóra del roble : « Antes de convertirse en tronco seco, incluso el tronco del potente roble posee un cierto grado de flexibilidad. El alto pino de Noruega se dobla y oscila bajo el efecto del viento. Un pino de Noruega muerto, con el mismo diámetro y de la misma altura, situado a tres metros de ahí, es tan rígido e inflexible como un poste telefónico. » (Strand-Sutherland et Wales eds, 1998, 87). Pero aunque expresa su percepción de plasticidad, no nos dice nada respecto al estado de consciencia en el cual estaba para conseguir dicha percepción, ni del modus operandi que permite alcanzar ese estado. ¿Quizá no fuera sensible al hecho que tal percepción requiere un cambio de estado de consciencia ?Él vivía la cosa, sin darse cuenta verdaderamente que vivía algo diferente de sus contemporáneos. Lo que explica que hubiera numerosos malentendidos…
Cuando percibimos el sistema corporal rígido, nos referimos a nuestra consciencia mineral. Pero refiriéndonos a nuestra consciencia orgánica (la vida), podemos percibirlo flexible. Es modificando nuestro estado de consciencia (particularmente mediante el trabajo sobre la presencia) y encontrando un acuerdo con los parámetros objetivos (densidad) de la estructura ósea como podemos empezar a percibirla cómo plástica y a modificar nuestro modelo, nuestra concepción. Sólo la experiencia, parece ser, tiene el poder de modificar, actualizar de nuevo un modelo implícito. El concepto de fluidez o de plasticidad se vuelve lógico si consideramos la célula como espacio comunicante.
La explicación detallada del modus-operandi del tratamiento es demasiado extensa para poder ser desarrollada en el marco de esta conferencia. Por lo tanto, me conformaré con indicar las principales líneas.
Poner el sistema en comunicación : ya que la información que perturba el sistema existe en su seno, es ahí donde hay que ir a buscarla para liberar lo que deber se liberado. Pero en primer lugar es necesario llevar el sistema corporal en su conjunto a un estado de comunicación suficiente para permitirle facilitar la información. Esta primera fase es la más importante y la más larga de un tratamiento. Requiere la utilización de técnicas de abordaje global, particularmente la compresión occipital.
Buscar, encontrar, liberar las zonas de retención se hace posible una vez el sistema está comunicante. El abordaje mecánico es el que se usa en primer lugar : al estar considerado el sistema como plástico y pulsante, una retención altera su mecánica a la manera como un insecto atrapado en la telaraña altera la armonía del dicha telaraña.
Restablecer la armonía en el sistema : una zona de retención al alterar todo el sistema corporal, su liberación, aun siendo benéfica para la vida del organismo, inicia un cambio para el cual el sistema puede encontrar cierta dificultad en gestionarlo. El primer deber del osteópata es ayudar a la estructura corporal de su paciente a restablecer este equilibrio, ayudándolo particularmente a centrarse de nuevo sobre su eje mecánico primario (la duramadre) y sobre su fulcro fisiológico, el de Sutherland.
Para concluir
Esta breve exposición se propone expresar lo más sintéticamente posible los fundamentos del abordaje tisular. Más que una mirada sobre la osteopatía, se trata de una mirada sobre la vida. Sostiene mi acción como osteópata y como hombre, me permite establecer una coherencia. Esta visión resulta de una lenta progresión que me ha permitido descubrir que en el tratamiento osteopático, el osteópata no sabría conformarse en ser un ejecutante exterior, neutro, respecto a su paciente. La relación terapéutica implica, como lo dice Becker, a dos seres así como sus mecanismos voluntarios e involuntarios, actuando y reaccionando uno sobre el otro. Hoy me parece evidente que los límites de la osteopatía son esencialmente los del osteópata, lo que implica a la vez que para poder ayudar lo más eficazmente a sus pacientes, el osteópata debe empezar por ayudarse a si mismo y abrirse camino sobre las vías del desarrollo personal. Vivida así, la osteopatía me parece un enfoque puntero en la puesta en marcha de un nuevo paradigma terapéutico.