Curiosamente, estos movimientos no van a interesarnos particularmente : cuando los percibimos como normales y armoniosos, nos indican que la vida consigue manifestarse sin dificultad. La estructura viviente no tiene entonces necesidad de nuestra ayuda. Lo que nos va a interesar en particular, es el no-movimiento, que atestigua una dificultad de la vida para manifestarse y provoca alteraciones en la mecánica más íntima o micromecánica primaria del conjunto corporal, causa de alteraciones en la macromecánica secundaria del sistema corporal. En ese sentido, coincidimos completamente con el pensamiento stilliano: « Explorarlo todo detenidamente, no abandonar nunca mientras la causa no haya sido descubierta y utilizar lo que la mano de la naturaleza ha colocado en sus creaciones, no descuidar nunca las cosas menores pues a menudo contienen preciosas joyas. » (Still, 1999, 57.)
En resumidas cuentas, podemos imaginar el cuerpo como una medusa. De entrada, la imagen no seduce, debido a lo que evoca para todos nosotros la medusa. Sin embargo, simboliza especialmente bien, en mi opinión, la idea de movimientos fluídicos dentro de un fluido. La única separación entre fluidos interiores y fluidos exteriores, confiere al sistema identidad y organización mecánica, sin que por ello se altere su naturaleza intima : la de fluido.
Evidentemente, es la experiencia palpatoria que realizaremos con este sistema, la que nos permitirá acceder a la fluidez de las estructuras. Para el organismo humano, deberemos hablar más bien de su plasticidad, siendo la materialidad de ciertas estructuras, especialmente los huesos, la que los aproxima al universo físico.
Sobrevivir
Puesto que para mantener su consciencia de existir un organismo vivo debe intercambiar con su entorno, entonces es lógico considerarlo como siendo por naturaleza un sistema relacional, constantemente atrapado en el dilema de intercambiar con el exterior (conservar la sensación de existir), al mismo tiempo que preserva (mantener una separación). Esta dualidad lo hace vulnerable y lo conduce a unas respuestas “ comportamentales* ” particulares. Por tanto, lo que importa es de qué manera el sistema corporal reacciona frente a las dificultades que se encuentra en sus relaciones de vida. « Físicamente, mentalmente y emocionalmente, el cuerpo está en constante intercambio con su medio ambiente exterior. Este medio ambiente externo va desde el entorno inmediato del individuo hasta los espacios más lejanos del universo. En este caso, ¿ por qué separar el entorno interno y el entorno externo ? La expresión ‘el hombre y su entorno’ se puede expresar a través de un solo término : la biosfera. » (Wales ed, 1997, 204).
El abordaje tisular asume que incluso antes de la función fisiológica que debería asumir, la primera preocupación de cualquier estructura viva es continuar de existir, es decir sobrevivir. Entonces, secundariamente, al estar asegurada la supervivencia, la o las funciones correspondientes por derecho a esa estructura tisular se asumen automáticamente. De este modo coincidimos con Becker en su dicotomía universalidad/especificidad.
Aislarse
Así pues, ¿ cómo procede la estructura viva para preservar su supervivencia cuando se siente amenazada ? La solución más lógica ¿ no es la de aislarse, disminuir el intercambio con el medio ambiente que de ahora en adelante se considera hostil, en pocas palabras, individualizarse más todavía ? Para aislarse, una excelente manera es volver la membrana menos permeable. ¿ Y cómo hacerlo, si no es estrechándola, aumentando su tensión ? ¿ Es decir reteniendo energía ?
De este modo, podemos modelizar el comportamiento de una estructura viva confrontada a una amenaza reconocida de su entorno. Se individualiza. Con este nuevo punto de vista, ya no es únicamente el agente agresor que nos interesa, sino el comportamiento del agredido frente a la agresión. Nos encontramos aquí dentro del más absoluto relativo. En toda situación, debemos evaluar los factores objetivos (energéticos y otros), pero también los factores subjetivos (aceptación o rechazo) que modifican la relación, engendrando o no alguna resistencia o algún rechazo a comunicarse y por tanto alguna retención de energía.